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City Tour Orotina

Descubre los secretos que habitan en las memorias del tiempo y viven silenciosamente detrás de los distintos lugares emblemáticos de nuestra hermosa ciudad.

História indígena

Un retorno al corazón de nuestras raíces.

 
 

El Cacique Coyoche

Coyoche y los Gurutiñas  

Tras la llegada de Juan de Cavallón y los españoles a estos territorios, los indígenas poco a poco fueron expulsados de sus asentamientos, uno de los grupos afectados fueron los Gurutiñas, radicados en lo que hoy es actualmente Chomes.

Los Gurutiñas eran comandados por el Cacique Coyoche (chorotega) y se vieron obligados a abandonar su tierra tras intentar darle pelea a los españoles y fallar en el intento. Migraron hacia el sur, pasando por lo que hoy es Puntarenas, Esparza y Caldera, hasta finalmente llegar a lo que anteriormente se conocía como las Llanuras de Santo Domingo y se establecieron en lo que hoy se conoce como El Mastate (el distrito El Mastate debe en gran parte su nombre a los ropajes de los Gurutiñas, que estaban elaborados a base de hojas del árbol de mastate, que para ellos era un árbol sagrado).

Pronto se vieron las caras con el Rey Garabito (huetar) y tampoco pudieron hacerle frente a su fiereza.

Los españoles les siguieron y terminaron siendo capturados. El territorio de El Mastate fue pasado a manos de la Iglesia Católica y se constituyó lo que se conoció como la Cofradía de Mastate.

Garabito y su lucha contra los españoles

En aquel entonces también existieron reyes y reinas en nuestro territorio, pero los españoles en su afán de conservar dichos títulos únicamente para sus soberanos decidieron llamarles “Caciques” a todos los líderes indígenas por igual. Uno de ellos era el Rey Garabito, cuyo dominio abarcaba todo el Valle de la Cruz (Comprendía todo el actual territorio de Jesús María, San Mateo, un poco de Orotina y Hacienda Vieja, se extendía hasta el Valle Central).

El Rey Garabito se caracterizaba por ser muy fiero y astuto. Por muchos años les dio pelea a los españoles, en varias de las cartas escritas se refieren a Garabito de forma despectiva y se denotaban los deseos de que fuera capturado para darle fin. No se tiene un registro exacto de lo que sucedió con el Rey Garabito al final.

¡Llévame!

Mercado Municipal de Orotina

"Sabores y Colores: Descubriendo la Magia del Mercado Municipal de Orotina"

Mercado Municipal

En 1903 el punto final del Ferrocarril al Pacífico era el pueblo de Santo Domingo de San Mateo, hoy Ciudad de Orotina. En ese punto frente a la plaza, hoy parque (frente a Coocique), se establecieron ranchos donde se ofrecían víveres a los pasajeros que se dirigían hacia Esparza. Estos ranchos pueden considerarse el primer mercado de la zona. Posteriormente, la Municipalidad formalizó dicha actividad construyendo un Mercado Municipal en 1914.

La existencia de estos ranchos de ventas de comidas y frutas fue significativa no solo para la creación del mercado municipal, sino que dieron origen a la actividad de los venteros y serviría de inspiración para que décadas después se creara en ese mismo lugar lo que se conoció como La Feria de las Frutas.

Antes de la remodelación

El Mercado de Orotina inició su construcción en 1914, pero desde 1912, existía la iniciativa por parte de la Municipalidad para solventar la necesidad de tener un espacio que respondiera a los requerimientos de la creciente actividad comercial del lugar y otras zonas aledañas como San Mateo y Puriscal.

Se trata de un inmueble cuyo valor socio cultural nació del reconocimiento del grupo social que lo produjo y cuya presencia física y simbólica ha trascendido a las generaciones subsiguientes, por lo que su conservación y protección se hace necesaria desde varios puntos de interés. Como arquitectura de excepción en madera de influencia anglo-caribeña. Se diseñaron monitores para provocar ventilaciones cruzadas y por inducción, muy apropiadas para climas calurosos y húmedos como el de la ciudad de Orotina.

Se utilizó en su construcción madera de la zona como Laurel Negro y Corteza de venado para desarrollar la estructura primaria o de soporte y la estructura secundaria o de cierre. Su arquitectura nos refiere a la época del desarrollo de la construcción en madera y a la influencia de la llamada "arquitectura anglo-caribeña" en nuestro país.

La estructura portante del Mercado compuesta por vigas, columnas, cerchas y arriostres de madera, han llegado hasta nuestros días constituyendo uno de los poquísimos ejemplos de ese tipo de arquitectura en nuestro país (arquitectura excepcional), testimonio edificado de una época de gran desarrollo para la hoy ciudad de Orotina y toda la región del Pacífico Central.

El Mercado Municipal de Orotina, recibió su reconocimiento como patrimonio histórico-arquitectónico en 2002, mediante el decreto ejecutivo N°30367- C (Ministerio de Cultura y Juventud).

Después de la remodelación

Hoy este inmueble y sus áreas perimetrales, gracias a Patrimonio Nacional y a la Municipalidad de Orotina fueron restaurados, conservando sus orígenes arquitectónicos, dichas labores de restauración iniciaron en el mes de marzo del año 2020. El Mercado Municipal de Orotina vivió durante años fallas en su estructura que lo ponían en peligro.

El edificio de madera, construido en 1915, no solo lidiaba con el paso de más de cien años, también con el comején y la humedad. Los daños se veían en casi toda la estructura de 1.450 metros cuadrados. Hoy su cara es otra.

Esta edificación ganó el certamen “Salvemos Nuestro Patrimonio”, promovido por el Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura y Juventud.

El premio, de ¢150 millones, sirvió para cambiar las piezas de madera dañadas en su estructura de techos e instalar un nuevo sistema eléctrico que cumple con la normativa actual.

La Municipalidad de Orotina, propietaria del inmueble, se unió al rescate y aportó ¢195 millones a la remodelación, aportando al edificio el total de la pintura exterior (¢5,1 millones) y un nuevo y más seguro sistema de gas para los locales comerciales (¢15,5 millones), además de la remodelación de las áreas externas del mercado, entre ellas la nueva plazoleta, aceras perimetrales, parque familiar, parque infantil, 2 nuevos kioskos (sodas), un nuevo sistema de canalización de aguas de lluvia, un sistema mecánico de servicios sanitarios, la canalización de aguas residuales de locales comerciales, un eje conector al boulevard del parque José Martí, nueva iluminación pública, una nueva fuente, bebederos, entre otros. 
Para los clientes e inquilinos del lugar, este cambio no solo es importante, también era necesario. “El mercado estaba muy comido de polilla. La estructura estaba muy dañada, de manera que la vida útil que le quedaba no iba a ser, cálculo, que ni de cinco años. Ya se oían rumores de que el Ministerio de Salud estaba recomendando mejoras, porque si no colapsaba y de aquí dependemos, directamente, unas 32 familias más todos los colaboradores”, manifestó Mario González, inquilino de un local del mercado desde hace 30 años.

Entonces, para poder sustituir piezas o reforzar, se debió hacer un análisis de la resistencia de la madera presente en la estructura. También se cambió el piso de los pasillos (sin valor patrimonial) por pisos antideslizantes, esto da seguridad al tránsito de las personas dentro del mercado.

Además, se cambió todo el techo y se ampliaron los aleros del mercado a las zonas de las plazas contiguas con el fin de integrarlas al edificio y brindar mayor comodidad a las personas usuarias.

También se colocó iluminación exterior y se restauraron las puertas y ventanas de todo el mercado.

Para lograr una intervención respetuosa de este centenario edificio, el arquitecto independiente Rodolfo Mejías, diseñador del proyecto ganador del certamen “Salvemos Nuestro Patrimonio” edición 2018, observó leyes nacionales y convenios internacionales que garantizaran la conservación del patrimonio construido.

Algunas de estas recomendaciones contemplaban realizar la mínima intervención posible para impedir crear falsos históricos, dar la importancia necesaria a los añadidos de carácter histórico y realizar copias exactas de los elementos arquitectónicos que se sustituyen, diferenciándolos por color con los originales.

En una entrevista a Mejías durante el proceso de restauración destacó: ‘’Tienen que reproducirse los sistemas constructivos originales, por ejemplo: donde hay una unión con un diseño particular del edificio, se vuelve a replicar la misma unión; no puede ser diferente, sino en el mismo lenguaje -arquitectónico-. Si se sustituye una pieza de madera que tenía unos tornillos y pines, igual se vuelven a colocar los pines originales, solo se cambia la parte deteriorada’’.

Además, es importante mencionar algunos detalles poco visibles, pero de gran importancia. Por ejemplo, la zona donde se construyó una fuente en el área de la plazoleta consta de lajas de piedra originarias de las primeras calles de Orotina y que hoy sirven de piso para las personas que transitan por ese lugar.

Según mencionó Mejías, poner en valor este bien es el primer paso para la creación de un centro histórico en la ciudad de Orotina, dentro del marco de un plan regulador para el cantón.

El reto más grande durante el proceso:

Este proceso, según Oscar Salas, arquitecto del Centro de Patrimonio Cultural y supervisor del proyecto, fue todo un reto, porque se quería conservar el particular sistema constructivo y preservarlo tal y como se construyó originalmente. Sin embargo, el reto más grande fue trabajar dentro de las instalaciones del mercado manteniéndolo abierto al público, según fue la petición de los inquilinos para sobrellevar la situación que generó la covid-19 en el país. Por esta razón, ‘’las obras se atrasaron en tiempo, pero se cumplió con la faena”, amplió Salas.

Parroquia Santo Domingo de Guzmán

Fe y Comunidad: Un Vistazo Íntimo a la Parroquia Santo Domingo de Guzmán

 

Parroquia Santo Domingo de Guzmán

Se habla de una primera “ermita” nombre que se les da a las pequeñas iglesias que tienen capacidad para albergar pocos fieles. Esa ermita estaba ubicada en “Barrio Jesús” construida alrededor de 1876 a 1 kilómetro al este de la actual iglesia católica, por iniciativa del presbítero don José María Palacios, cura de San Mateo. Una vez por semana llegaba el cura de San Mateo a oficiar misa; sin embargo, el resto de los actos litúrgicos importantes como bautizos, la comunión, matrimonios o funerales se celebraban en la parroquia de San Mateo, por lo cual los fieles debían trasladarse hasta allá.

Un dato importante es que en San Mateo se encontraba la iglesia principal que conformaba el centro de ese cantón, el cual convierte a aquella pequeña ermita a una diaconía perteneciente a San Mateo.

La primera iglesia se construyó a partir de 1894 y se terminó en 1896 con fondos provenientes de la familia Vargas y la mano de obra de la comunidad. Sobre esta primera iglesia el arzobispo Thiel manifestó:

 “Su iglesia, una de las mejores en el trayecto a Puntarenas, tiene muy buen gusto en maderas y construcción. Es obra exclusiva llevada a cabo con los fondos de los padres de don Primo Vargas y partes con los de este señor, muy católico, amante del adelanto y progreso bien entendidos…”

 A finales de los años 60 S, el Padre Vargas guía al pueblo de Orotina a construir una nueva iglesia, pues la anterior era ya muy pequeña para las necesidades del cantón. La actual Parroquia de Orotina fue construida gracias a la colaboración del Ferrocarril Eléctrico al Pacífico quien donó los materiales de construcción como piedra del tajo de Dantas y arena de Caldera. Asimismo, el MOPT en San José donó gran parte de la varilla de construcción que se ocupó en la obra.

 La parroquia cuenta con 14 diaconías a lo largo de todo el cantón, cada una tiene su respectivo santo patrono, a los cuales se les realizan los famosos “turnos” que son celebraciones en su honor y a cargo de los fieles católicos.

 Así mismo, la iglesia Santo Domingo de Guzmán cuenta con una gruta en honor a Nuestra Señora de Lourdes, la cual fue construida en piedra traída desde el Cerro de Turrubares, de donde traían ese material en carretas (Gómez, 2023).

¡Llévame!

Gruta: "Nuestra señora de Lourdes"

Está ubicada dentro de las instalaciones de la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, específicamente al costado Sur; data del año 1932 y fue construida con piedras traídas desde el Cerro de Turrubares, las cuales eran transportadas en carretas hacia su destino. Esta gruta es importante para los fieles católicos de Orotina, es unas de las tantas advocaciones marianas de la Virgen María, se hace llamar: “Nuestra Señora de Lourdes”.

¿Quién es Nuestra señora de Lourdes?

En la devoción católica, la Virgen María tiene diferentes advocaciones como ya antes se había mencionado, pero el nombre de “Nuestra Señora de Lourdes” tiene como procedencia el agua milagrosa que brota de la Gruta de Massabielle, en esta gruta se encuentra la primera aparición el día 11 de febrero de 1858 en Lourdes, Francia. La Virgen María hace su primera aparición a una mujer llamada: “Bernadette Soubirous” una pastora mística y religiosa francesa. Nuestra señora de Lourdes es considerada como la segunda patrona de Orotina, la iglesia católica invoca a Nuestra Señora de Lourdes como “patrona” de los enfermos, ya que, muchos de ellos acuden a ella por la reputación de las aguas milagrosas ya antes mencionadas.

Primo Vargas Valverde

De ayudante de boyero a benefactor de Orotina.

 

Primo Vargas Valverde

Llegó al ‘’Camino del Alumbre’’ en Santo Domingo de San Mateo (hoy Hacienda Vieja de Orotina) entre 1850 y 1860; sin embargo, no fue el primero en llegar a este camino. En realidad, fue su padre, quien llegó en 1856 y compró terreno en la zona de Hacienda Vieja, donde comenzó a criar ganado mientras ejercía su labor de carretonero entre Desamparados y Puntarenas, ayudado por sus tres hijos varones Primo, Antonio y Pedro.

Ya estando casado y habiéndose construido el primer puente sobre el río Machuca, Primo Vargas decide comprar terreno en Santo Domingo a partir de 1869 lo cual seguiría haciendo hasta consolidar una hacienda que iniciaba en Hacienda Vieja, pasaba por lo que hoy es el centro de Orotina y terminaba en la zona de Mastate.

Para 1880 ya los papas y hermanos de don Primo vivían y hacían negocios en Santo Domingo. Eran una familia muy unidad que realizaba diferentes oficios, entre ellos la producción de ladrillos y tejas de barro, así como la ganadería, agricultura y otros oficios.

Después de 1880 don Primo comienza a expandirse y adquiere terrenos en Atenas, Palmares y San Ramón, donde tuvo extensas fincas cafetaleras.

Para el año 1885 ya era un rico hacendado del distrito de Santo Domingo de San Mateo (actual Orotina). Sin embargo, paralelo a su crecimiento económico, siempre compartió mucho de su riqueza con la comunidad donde vivía. Donando terrenos y construyendo edificaciones logró fomentar la educación, el progreso y la cultura de una población que años después llegaría a ser Cantón de la Provincia de Alajuela. De hecho, fue el que promovió el movimiento para que se creara el cantón de Orotina.
 
Poco a poco fue cambiando sus labores de transportista y fue adquiriendo grandes extensiones de tierra que abarcaron desde el norte por el lado de Concepción y hasta el sur llegando a lo que conocemos hoy como el centro de la Ciudad de Orotina.

Don Primo donó en 1893 los terrenos para la construcción de la Iglesia de Santo Domingo y también aportó casi la mitad del costo de su construcción, así como la compra de dos campanas traídas de Italia. También donó los terrenos de la plaza y de la estación del ferrocarril (Costa Rica y sus raíces). De igual forma, donó los terrenos que abarcaban desde Concepción hasta El Coyolar para la construcción del ferrocarril.

Es sabido que para esa misma época don Primo donó los terrenos para la Escuela Pública de Orotina, donde también participó activamente en su construcción. Tiempo después dicho centro de educación sería bautizado como Escuela Primo Vargas Valverde, donde se encuentra actualmente el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA). Así mismo como buen amante de las bellas artes, mandó a traer de Europa los instrumentos de la primera banda de Orotina.

Finalmente, falleció un 5 de julio del año 1910 en su querida Orotina.

 

Escuela Primo Vargas Valverde

"De la Generosidad al Conocimiento: La educación como la mejor cosecha de un benefactor."

 

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Tierra para cosechar oportunidades

En 1869, se estableció la primera escuela privada y en 1879 la primera escuela pública en casa de José María Morales. Durante la administración presidencial de Ascensión Esquivel Ibarra (1902 -1910), se construye el edificio escolar para la Escuela de Varones, cuyo terreno fue donado por Primo Vargas en 1901; tiempo después, en la década de los años 20, esta cambia su nombre en honor a Primo Vargas Valverde, por el motivo de la donación de los terrenos para la escuela, la iglesia, ferrocarril, el parque y el mercado municipal.

 En ese mismo terreno, pero habiendo adquirido más propiedades a partir de 1934 se inicia la construcción de la Escuela Primo Vargas, la cual se inaugura en noviembre de 1935.

La institución inició labores el 16 de agosto de 1935, con una asistencia de 90 alumnos, distribuidos en secciones de primero a sexto grado. El 6 de septiembre la matrícula alcanza 225 alumnos. Todo esto hace que Orotina crezca, y se constituya en cantón número 9 de la provincia de Alajuela y con ello el aumento de la población estudiantil, con la necesidad de un nuevo establecimiento. Debido a lo anterior, en 1999 se iniciaron las gestiones entre la Junta de Educación, Personal Administrativo de la Escuela Primo Vargas Valverde y el Colegio Ricardo Castro Beer, para trasladar la población estudiantil de la escuela a las instalaciones donde funcionaba el tercer ciclo del colegio. Fue así como al inicio del curso lectivo del año 2000, las clases se impartieron en las instalaciones de la planta del tercer ciclo, convirtiéndose de esta forma en la nueva Escuela Primo Vargas Valverde.

José Martí

"El héroe inmortal de la pluma y la espada"

 

 

 

José Martí

 
José Martí fue un poeta y libertador cubano, considerado uno de los héroes nacionales de Cuba.

Vino al país en 1893, 10 años antes de la llegada del ferrocarril a Orotina. Le inculcó a don Primo Vargas una filosofía de trabajo, honradez, de progreso y de adaptar los conocimientos modernos al campo y la agricultura. Después de la visita de Jose Martí, don Primo Vargas se hizo a la idea de que a este pueblo donde él vivía, necesitaba que llegara el progreso y por eso hizo todo lo posible para que se diera la llegada del ferrocarril a Orotina (Castaldini, 2023).

El encuentro entre él y Primo Vargas se dio en 1894 y se dice que Martí hasta llevó un pequeño árbol de mango en conmemoración de su encuentro.

El Parque central de Orotina lleva su nombre en honor a su legado.

 

Luis Ferrero Acosta

"Legado literario de pluma orotinense"

 

 

 

Luis Ferrero Acosta

Nació en el cantón de Orotina, provincia de Alajuela el 31 de enero de 1930. Cursó sus estudios primarios en la escuela de la ciudad de San José, los secundarios en el Liceo de Costa Rica, donde comienza a leer y a investigar sobre literatura nacional.

De 1951 a 1955, estuvo en México, donde realizó estudios en el célebre Colegio de México, cursando estudios de Tipografía y el Arte del Libro.

Al regresar a Costa Rica ejerce la jefatura del departamento de Publicaciones del Ministerio de Educación Pública. De su labor editorial se destaca la serie “Clásicos costarricenses”, ediciones didácticas, y con ellas cristaliza la renovación de los programas de literatura costarricense en la segunda enseñanza, ocurrida en los años sesenta. Luego coordina la cátedra de Literatura Infantil en el Instituto de formación del Magisterio (IFPM) del Ministerio de Educación Pública, con tal brillantez que 1200 maestros bautizaron su graduación con el nombre de Luis Ferrero.

Durante 1969-1971, recorre Costa Rica para recoger fondos para dotar a las escuelas rurales de una biblioteca básica, además, organiza con un grupo de libreros las primeras ferias del libro. Entre 1974-1979, realizó intensas giras de conferencias en escuelas y colegios para concientizar a los educadores sobre la necesidad de conservar y proteger nuestro patrimonio arqueológico. En 1977 se le nombra miembro de la Junta Administrativa del Museo Nacional de Costa Rica y asesor del departamento de Patrimonio Histórico del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes. Posteriormente en 1979 y hasta 1980, es nombrado curador de arte, el primero de Costa Rica, del Museo de Arte Costarricense. En tal cargo organiza las exposiciones retrospectivas del escultor Juan Rafael Chacón, de la pintora

Luisa González de Sáenz y del pintor Ezequiel Jiménez Rojas. Además, colabora con el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría de la ciudad de Alajuela.

Luis Ferrero inició su producción literaria en 1946, publicando un pequeño ensayo en uno de los diarios nacionales, desde entonces su producción alcanza una de las cifras más altas en Costa Rica: ha publicado libros relacionados con la historia del arte, historia literaria, antropología y ensayos, campo en el que se ha destacado notablemente, al punto de ser catalogado como uno de los mejores ensayistas de Costa Rica y uno de los mejores de la literatura latinoamericana.

Recibió gran cantidad de distinciones, entre los que se destacan: Medalla de Oro, Premio Eloy González Frías, Academia Costarricense de La Lengua, 1955; Premio Hokusai, Japón, 1962; Medalla de oro, Juegos Florales organizados por la Asociación de Autores y la Editorial Costa Rica, 1963; Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en Libro No Ubicables, 1973; Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en Libro No Ubicable, 1975; Premio Áncora al mejor Libro del Año, otorgado por el diario “La Nación”,1975; Premio Nacional de Cultura Magón del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, 1987; Magna Eminencia de la Gran Orden León Fernández Bonilla, otorgada por el pueblo alajuelense en cabildo abierto, 1987 y La Universidad Nacional a Distancia (UNED) le concedió el Doctor Honoris Causa en el 2000.

Falleció el 17 de octubre de 2005.

 

Ferrocarril al Pacífico

"Vías al Progreso: Transformación de la Economía de Costa Rica"

 

 

Ferrocarril al Pacífico

La inserción de Costa Rica al mercado mundial a partir de la década de 1840 hizo imperiosa la construcción de caminos que posibilitaran el contacto con los puertos de salida del producto de exportación; preocupación compartida por los países latinoamericanos deseos de colocar, en el extranjero, sus productos comerciales, “… durante la vertiginosa expansión del capitalismo industrial…” (Cardoso y Pérez, 1982, p. 105).

Hacia el Caribe se construyó la primera vía férrea completa con lo que se materializó el sueño del arquitecto del Estado costarricense, Braulio Carrillo, quien desde el decenio de 1830 añoraba conectar el valle Central con Matina; que, a su vez, posibilitara el contacto con mercados europeos compradores de café.

Su construcción primero consumió esfuerzos económicos del gobierno de la república, “en el esfuerzo estatal desesperado” (Murillo, 1995, p. 30); pero al no lograrse gran avance, ante la carencia de recursos, se dio paso a la firma del contrato Soto-Keith en 1884; para así brindar el impulso final al proyecto constructivo. Al mismo tiempo, se cedió el control y administración del ferrocarril, junto con el derecho del uso del 8% del territorio nacional a una empresa foránea. Además, se exoneró a la concesionaria del pago de impuestos. Todas estas cláusulas contaban con un tiempo de disfrute de noventa y nueve años.

Al término de veinte años, el ferrocarril fue inaugurado formalmente en 1891, en medio de constantes reclamos del empresario Minor C. Keith quien reiteradamente, no se cansó de solicitar mayores prebendas por parte del Estado costarricense, aduciendo dificultades por lo agreste de la geografía, causantes del aumento en los costos finales no contemplados en la contrata rubricada en 1884 (Quesada, 1983, p. 109). 

Pocos meses después de celebrarse un baile en honor al empresario estadounidense constructor del ferrocarril, Keith solicitó al Congreso Constitucional la suma de
£200.000 como indemnización por concepto de pérdidas ocasionadas por las condiciones naturales adversas. Esta petitoria generó la oposición encarnizada de sectores organizados y de figuras políticas; entre los primeros, destaca la Asociación de Artesanos de San José, quienes apelaban enérgicamente aduciendo que el Estado costarricense no tenía culpa de las supuestas pérdidas incurridas por el empresario, pues fueron contingencias naturales las responsables. Aunado a estas razones, merece mencionarse la posición expuesta por el abogado Pedro Pérez Zeledón, quien en diferentes artículos se refirió en detalle a las finanzas del ferrocarril, además de hacer notar las gestiones de Keith en Londres, conducentes a recibir la mayor cantidad de dinero posible. Finalmente, aunque el Estado solo reconoció al empresario menos de la cuarta parte de la suma pretendida por el concesionario, la soberanía del país resultó seriamente comprometida (Stewart, 1991, pp. 119-133).

La empresa ferroviaria recibió el nombre de Northern Railway Company, subsidiaria de la United Fruit Company, cuando esta última se fundara en Boston en 1899, por parte de los empresarios estadounidenses Minor C. Keith y Andrew W. Preston (Araya, 1982, p. 52; Cardoso y Pérez, 1983, p. 279); y con ello:

…El consorcio […] creó en la región del mar Caribe una gigantesca red de producción de plátano […] que incluía plantaciones en el trópico, viviendas, hospitales, ferrocarriles, líneas telegráficas, puertos y la flota de barcos de vapor más numerosa del mundo, la Gran Flota Blanca…(Bucheli y Read, 2017, p. 287).

La concesionaria ferrocarrilera funcionó bajo la lógica empresarial colocando como prioridad los intereses del negocio frutero bananero; dejando de lado el transporte del café, de ahí que pusiera oídos sordos a los reclamos en torno a la deficiencia del servicio y a las altas tarifas. Ante estas vicisitudes, las autoridades gubernamentales empezaron a valorar la posibilidad de construir un nuevo ferrocarril con destino al Pacífico. A partir de 1893 se revivió la iniciativa del proyecto que dotara de una ruta concluida acorde con las necesidades de los comerciantes y beneficiadores del grano de oro; que pudiera superar en demasía los ingentes esfuerzos del decenio de 1850, cuando se tendieron unas líneas férreas, el “burrrocarril”, entre Barranca y Puntarenas, un rudimentario sistema de transporte donde la carga era arrastrada por la fuerza de mulas (Stewart, 1991, p. 19).
 
Luego de vencer los desafíos propios de la búsqueda de contenido presupuestario, en 1897, bajo el gobierno de Rafael Yglesias Castro, se inició la construcción del Ferrocarril al Pacífico, en una coyuntura caracterizada por el fomento del comercio por parte del ente estatal (Jara, 2014, p. 417). En ese mismo año se rubricó el contrato con John Stephen Casement para que se hiciera cargo de la obra, bajo cláusulas muy distintas con respecto a las de la contrata Soto-Keith que cedía tierras y derechos a la empresa extranjera. El documento de cita, firmado para la construcción de una vía alterna suponía un compromiso adquirido por el Estado costarricense exclusivamente en materia de edificación y, en ningún momento se incorporaron elementos en menoscabo de la soberanía nacional, como sucedió con la vía hacia el Caribe.
 
Con gran empeño iniciaron las obras en 1897, siguiendo un trazado correspondiente a un vetusto camino colonial que a su vez remitía a la época indígena (Molina, 2005, p. 518). El avance de la obra estuvo limitado por las crudas condiciones topográficas y climáticas. En 1902, además del ramal de Alajuela, se habían tendido las líneas férreas entre la ciudad capital y Santo Domingo de San Mateo – hoy Orotina (Noriega, 1923) – sitio donde se construyó una terminal provisional. Pese al nivel de progreso alcanzado, al incluir la construcción del imponente puente sobre el río Grande de Atenas, la obra adolecía de un atraso considerable, derivada de la caída de los precios internacionales del café (Hall, 1982, p. 63). De ahí que se optara por préstamos adicionales para hacerle frente a la construcción del tramo faltante, solventado inicialmente con un primitivo camino de carretas, vía Esparza. De no contarse con recursos económicos frescos, el ferrocarril quedaría condenado al uso de una “vía mixta”, con locomotoras y carretas, poniendo en franca desventaja al ferrocarril del Estado frente al de la transnacional (Ulloa, 1998, p. 80).

Al respecto, en 1907, José Segara y Joaquín Juliá, dos viajeros españoles tomaron el tren desde el valle Central hacia Orotina, sitio donde provisionalmente se levantaba una modesta estación. Cuando se llegaba allí, percibieron:

 …el calor de horno; y al trote de dos infelices jamelgos de alquiler, nos entregamos a la fatiga y al polvo de la cansada «carretera» carretera que conduce a Esparta: cuatro horas mortales de vía crucis, bajo un sol de misericordia, sin otra compañía que la momentánea de alguna carreta perezosa o alguna comitiva de viajeros que es prudente esquivar para no morir de asfixia entre el polvazal que los envuelve… (Segarra y Juliá, 1907, pp. 511-512).
 
Los empréstitos señalados con antelación constituyeron una respuesta estatal ante las presiones de empresarios deseosos de concluir la obra ferroviaria.

Finalmente, en 1910 corrió por primera vez el tren hacia el Pacífico, su inauguración llegó a cumplir una “función redentora”, cuyo cometido más visible fue llegar a convertirse en un ente regulador económico por medio del establecimiento de tarifas reducidas con respecto a la Northern (Ulloa, 1998, p. 82).

El Ferrocarril al Pacífico fue un proyecto enteramente nacional, dirigido por el Estado desde su construcción; sin embargo, no estuvo exento de vicisitudes, que auguraban a la postre, la crisis permanente de la institución –como lo afirma Botey (1999)– a continuación, se abordan las más importantes: 

  • El financiamiento y las condiciones climáticas, desde un inicio de la etapa constructiva se convirtieron en grandes desafíos por vencer; como sucedió con los continuos derrumbes en Cambalache.
  • Pese a los clamores de los empresarios cafetaleros, ansiosos de contar con una ruta hacia el puerto del Pacífico, otros sectores integrados por carreteros mostraron su reacia oposición al considerar esta vía como una amenaza a su propio trabajo como transportistas.
  • Aparte de quienes llevaban el café en carretas, con destino al puerto de embarque, se sumaron a ellos la Northern Co., concesionaria de la ruta del Caribe, quien encontró en la reducción de las tarifas y en la implementación de viajes directos, la estrategia de atacar la naciente empresa de transporte
  • Como se observará luego, el nuevo ferrocarril tuvo que hacer frente al cambio tecnológico. Las primeras locomotoras pronto quedaron rezagadas en cuanto a su alimentación energética, la potencia de arrastre y a la velocidad; de cara a las necesidades crecientes del transporte, haciendo inevitable la modernización.
No obstante, las limitaciones anteriores, aún inconcluso, el Ferrocarril al Pacífico ofrecía atracciones muy bien resaltadas por los dos viajeros ibéricos antes mencionados, que decidieron realizar el viaje entre San José y Orotina en 1907, en lo que comprendía la primera sección de la construcción de la obra. Luego de tomar el tren a las 8:30 de la mañana arribaron a Santo Domingo a las once.

Según su testimonio, la ruta no debía envidiar nada a la del Atlántico en cuanto al paisaje, la agreste naturaleza cruzada por el convoy, y por supuesto, en la obra de infraestructura monumental: “…el tendido sobre el Río Grande es simplemente una maravilla de atrevimiento diremos «de mecánica», y puede figurar con toda dignidad en el catálogo de las obras maestras de este género” (Segarra y Juliá, 1907, p. 510).

Los españoles añaden además anotaciones acerca de la sinuosidad del trayecto:

“…un culebreo endiablado a través de un paisaje montuoso sobre toda ponderación describiendo atrevidas rúbricas complicadísimas, faldeando cerros y bordeando precipicios…” (Segarra y Juliá, 1907, p. 510).

Con la obra ferroviaria terminada se facilitó el proceso de poblamiento, junto con la colonización agraria de las zonas aledañas a la vía férrea con destino al Pacífico Central merced a la construcción de caminos conducentes al entronque con el ferrocarril. Así, carretas, cargadas de maíz, frijoles y café y otros abastos, empezaron a transitar las nuevas rutas con el consiguiente establecimiento de conexiones con circuitos comerciales organizados en torno a localidades como Turrúcares, un lugar que llegó a desempeñar un importante papel gracias a la realización de ferias de granos de la década de 1930 (León, 2012, p. 189; León y Peters, 2019, p. 38; Ulloa, 1997, pp.128-130).

Y con respecto al lugar de destino final de tren, y su impacto en el puerto del Pacífico, Arabela Valverde indica,

Con la conclusión de esta obra, la ciudad de Puntarenas vino a tener un punto a su favor en cuanto al desarrollo logrado en las primeras tres décadas del siglo XX. Una vez que el ferrocarril entra en funcionamiento, trajo consigo grandes beneficios al lugar; por ejemplo, una mayor afluencia de personas que se trasladaban a “veranear” … (Valverde, 2008, p 29).

La modernización: electrificar el ferrocarril

Uno de los grandes retos enfrentados por el ferrocarril, inaugurado en 1910, fue de índole energética. Al principio, las locomotoras de vapor se alimentaban de leña, combustible riesgoso, responsable de incendios. Además, se utilizaba el carbón mineral y el petróleo crudo, sustancias fósiles de difícil obtención en los tiempos aciagos de la Primera Guerra Mundial (Ulloa, 1997, p. 100-102; Botey, 1999, p. 146).

Adicionalmente, las máquinas que utilizaban este tipo de energía paulatinamente iban quedando rezagadas, por cuanto ya no eran tan eficientes en términos de velocidad y de capacidad de arrastre de carga. En el decenio de 1920, el Estado empezó a mirar con preocupación estas condiciones desventajosas del ferrocarril, y optó entonces por tomar las medidas necesarias de cara a modernizar dicho medio de transporte.

 

La alternativa implementada se cifró en el proyecto de electrificación, capaz de dotar de un impulso decisivo a esta empresa estatal. Las obras se realizaron entre 1926 y 1930, bajo las administraciones de Ricardo Jiménez Oreamuno (1924-1928) y Cleto González Víquez (1928-1932). La empresa contratada para la realización del proyecto fue la Allgemeine Elektricitaets Gesellschaft (AEG), a quien además se le encomendó la renovación de las comunicaciones telegráficas y telefónicas (Ulloa, 1997, p. 105).

La inauguración del ferrocarril eléctrico se realizó en 1932, aunque se finalizó dos años antes; esto luego de que se pusieran al día y se integraran todos los sistemas electromecánicos. La culminación de esta etapa de modernización consta en una placa conmemorativa, ubicada en los jardines de la estación principal de San José, que reza así: “La electrificación del Ferrocarril al Pacífico instauró una nueva etapa en el desarrollo y progreso de Costa Rica…”.

Los caballos de acero

María Cecilia

Locomotoras
María Cecilia

Las primeras locomotoras que realizaron el recorrido por la vía recién construida, hacia el puerto del Pacífico, fueron las de carbón; que como se anotó anteriormente también podían ser alimentadas por leña o por petróleo crudo.

Las dos máquinas más llamativas son María Cecilia y Gandoca. Al respecto Guillermo Santana, expresidente ejecutivo del INCOFER y Cristina Salas, arquitecta del Centro de Conservación e Investigación del Patrimonio Cultural, describen las características de estas dos locomotoras, a propósito del proceso de restauración de ambos equipos en 2016.

De fabricación estadounidense en 1898 por parte de Dickson Manufacturing Company. Solo existe otro ejemplar completo en la antigua hacienda azucarera Enterprise Louisiana, EUA. Esta locomotora rotulada en su parte frontal con el número 1, al principio prestó servicio para la Northern Railway y luego, a partir de 1910, transportó mercancías y pasajeros hacia el Pacífico en un itinerario que se dilataba entre diez y doce horas, frente a seis u ocho días que demoraba el viaje en carreta. (Agüero, 2020).

Imagen 2. Locomotora de vapor María Cecilia. Estación del Ferrocarril al Pacífico de San José.  
María Cecilia

Locomotoras
Gandoca

Rotulada al frente y a los costados con el número 14. Fabricada cerca de 1885, en Estados Unidos por Baldwin Locomotive Works. Existen ejemplares en Australia, México y Cuba. Inicialmente utilizada por la empresa concesionaria del Ferrocarril al Atlántico al transporte de madera, específicamente en la sección del Caribe sur, sobre todo al trasiego clandestino de esta materia prima con destino a Panamá. Dicha práctica ilegal motivó a las autoridades a trasladarla, a manera de castigo, para prestar servicio con destino al Pacífico (Solano, 2016; Canal 11, 2016).

Imagen: Locomotora de vapor Gandoca. Estación del Ferrocarril al Pacífico de San José.



María Cecilia

Locomotoras
Locomotora eléctrica número 3

Con la modernización, generada por la sustitución de la energía motriz del ferrocarril por electricidad, se hizo necesaria la adquisición de nuevas locomotoras. De Alemania, concretamente de la casa fabricante AEG –la misma encargada del proyecto de electrificación–, se importaron las primeras máquinas para recorrer el tramo entre San José y Puntarenas. Se cerró así el ciclo de las locomotoras antiguas de carbón y se pasó a un nuevo sistema ferroviario más eficiente, por la reducción en los costos energéticos, y con mayor capacidad de carga y, desde luego, se aumentó la velocidad con la consiguiente reducción del tiempo de los recorridos. Los ejemplares más conocidos de esta primera generación de locomotoras eléctricas se identifican con los números 3, 10, 22, 125 y La primera de ellas, pintada de negro, ubicada en el costado norte de los predios de la Estación del Ferrocarril al Pacífico, y la última, luce los colores de la bandera tricolor, descansa contiguo a la Estación de Río Grande en Atenas. 

Como evidencia del esfuerzo estatal en la adquisición de equipo moderno para la época, en los jardines de la Estación al Pacífico, frente a la locomotora eléctrica número 3, se colocó en 1986, una placa alusiva al equipo, “…Una muestra de ello lo constituyó esta locomotora eléctrica construida en Alemania en el año 1929 que aquí se conserva como reliquia corriéndose el primer tren eléctrico el 8 de abril 1930”.


Imagen. Locomotora eléctrica número 3. Estación del Ferrocarril al Pacífico de San José.



Locomotora eléctrica Siemens 130

Locomotoras
Locomotora eléctrica Siemens 130

Veinticinco años más tarde, en el segundo lustro de 1950, el gobierno de José Figueres Ferrer (1953-1958), deseoso de elevar la producción nacional, tomó la iniciativa de remozar el Ferrocarril Eléctrico al Pacífico, lo convirtió en una institución autónoma (Pérez, 1997, pp. 147 y 150) y adquirió cuatro nuevas locomotoras fabricadas por la casa Henschel Siemens, desembarcadas en el muelle de Puntarenas en 1957. Entre los cuatro caballos de acero, ejemplares de la tecnología de punta de aquellos años, estaban la máquina 130, 131, 132 y 133; las cuatro pintadas con los colores de la bandera costarricense. (Patrimonio Cultural de Orotina, 2016).

Ferrocarril en Orotina

"Un sonido palpitante símbolo de progreso"

 

 

Ferrocarril en Orotina

El ferrocarril fue un elemento determinante en la configuración de la identidad de la ciudad de Orotina, presente hoy en día en la memoria colectiva de su comunidad; no en vano, un tren está estampado en su escudo cantonal. Configuró un paisaje e imágenes que consolidaron y caracterizaron el espacio urbano y rural de la zona.

La fecha en que por primera vez se pone en el mapa el nombre de Santo Domingo de San Mateo, fue precisamente en la construcción de un proyecto ferroviario que aspiraba a consumar el deseo de construir una vía interoceánica que uniera el Atlántico con el Pacífico.

Esto sucedió en 1866 cuando el ingeniero alemán Francisco Kurtze es contratado para trazar lo que sería la vía para el primer ferrocarril que cruzara de mar a mar. Este trazado fue tan bueno que sirvió de base para los futuros proyectos que se concretaron en forma independiente, tanto por el atlántico como por el pacífico.

En lo que respecta a lo que hoy conocemos como Orotina, el proyecto que impulsó el ferrocarril hasta Puntarenas fue el de 1897 cuyo trazado atravesaba nuestro cantón de lado a lado para terminar en la bahía de Tivives.

Obviamente el discurso oficial para la apertura de la vía al Pacífico era promover la exportación cafetalera; servir de mecanismo de compensación ante los enormes costos que cobraban en la línea del atlántico; llevar progreso a las comunidades aledañas a la vía, etc.

No obstante, los intereses ocultos para la construcción de dicha vía eran menos prosaicos: favorecer los intereses mineros de las empresas oreras del Monte del Aguacate y aumentar la plusvalía de las propiedades que muchos políticos habían adquirido en la zona para tal efecto.

Cuando la línea del ferrocarril comenzó a llegar a la zona de Concepción en Santo Domingo de San Mateo, dichas tierras fueron debidamente expropiadas y pagado su precio a sus dueños, entre ellos Primo Vargas Valverde. No es cierto que regalara esas tierras.

Sin embargo, cuando don Primo sí regaló tierras al ferrocarril, fue a partir de 1905, cuando se vio en peligro la continuidad de la línea por nuestro cantón para desviarla hacia San Mateo. En ese momento, él y muchos otros hacendados, entre ellos Rafael Iglesias, donaron todos los terrenos para la trocha de la línea, con tal de que esta pasara por en medio de sus grandes haciendas.

Con respecto a la rentabilidad de la empresa del Ferrocarril al Pacífico es cierto que siempre estuvo en serios apuros. Sobre todo, por lo costoso de la operación de las locomotoras a vapor que consumían mucha madera y agua, y luego mucho bunker.

En 1912, Ricardo Jiménez Oreamuno tuvo la brillante idea de que el ferrocarril podría operar por medio de electricidad la cual sería proporcionada por el Río Grande. Lo que parecía un sueño para 1912, ese mismo presidente lo logró concretar en 1926 mediante el contrato con la alemana AEG, la cual no solo trajo locomotoras eléctricas, también electrificó toda la línea al Pacífico y principalmente construyó una represa hidroeléctrica en la zona de Tacares en Grecia, de la cual se tomaría la electricidad para abastecer las 10 locomotoras AEG que se trajeron al país.

La primera de estas locomotoras eléctricas llegó a Orotina en 1930 y cambió definitivamente el desarrollo de la zona, pues se intensificó y aumentó el tráfico ferroviario de carga y sobre todo de pasajeros, principalmente de turistas con rumbo a Puntarenas.

Las locomotoras a vapor que aún tenía el ferrocarril en ese momento fueron aprovechadas y funcionaron al menos durante unos 10 años más para respaldar la operación de las eléctricas. 

Cuando las de vapor comenzaron a ser dadas de baja y el tráfico ferroviario aumentó considerablemente, se tomó la decisión en los años 50 s de traer las

4 locomotoras Siemens de Alemania, las cuales contaban con una tecnología de punta para aquella época. Estas máquinas llegaron al país en enero de 1957 y operaron hasta el año 1995.

 

Elementos de la Estación del Ferrocarril de Orotina

María Cecilia

Elementos de la Estación
Andén de pasajeros

Conocida popularmente como la Estación; sin embargo, la realidad es que tiene otro nombre, en particular, “el andén” el cual tenía capacidad para aproximadamente 40 personas y era el lugar donde los pasajeros se protegían del sol y la lluvia mientras esperaban el tren.

El andén fue construido en los años 70 's. La ubicación original de la estación no es la que conocemos, la primera se encontraba por Barrio Jesús. La estación actual era originalmente un 30% más grande de lo que es actualmente, esta se fue segregando y eliminando partes y donando el terreno a gente que vivía en los alrededores.

Al igual que las estructuras al lado de la vía, estaba construido en alto al nivel de los vagones para facilitar el ingreso de las personas.

Está constituido por una losa de concreto armado de 25.15 metros de largo por 7.70 metros de ancho, donde se ubican dos áreas de bancas, construidas también en concreto armado y un volumen central que en planos se dibujó como local para comercio con dos servicios sanitarios.

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María Cecilia

Elementos de la Estación
Sagrario Corazón de Jesús

El origen de la tradición del Sagrado Corazón de Jesús se dio en los talleres del ferrocarril en San José, entre los empleados del taller, seguidamente pasó a los maquinistas y luego se extendió a los pueblos por donde pasaba el tren eléctrico al Pacífico, esto último porque muchos de los empleados del ferrocarril venían de estos pueblos; así, al ser estos devotos de la fe católica, su familia también lo era. Es importante mencionar que, el ferrocarril era símbolo de progreso para todas estas localidades que en su mayoría estaban alejadas de otros pueblos y las ciudades, y debido a lo agreste de los caminos o la ausencia de estos, el traslado en tren era la única opción para comunicarse o abastecerse de sus insumos básicos; además de estudiar y trabajar.

 A partir de los años 50 empezaron a construirse los sagrarios en algunas de las estaciones más importantes, para los peregrinos y los fieles del pueblo, para celebrar esta festividad religiosa; en el caso del sagrario de Orotina se construyó en el año 1962, siendo una de las estaciones que más personas albergaba para esta celebración y, que hoy en día sigue muy presente en el sentir de los y las orotinenses.

(¿Desea saber cómo inició esta tradición...?, encuentre la respuesta en "Datos Curiosos" al final de este sitio).

 

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Agencia de la Estación (boletería)

Elementos de la Estación
Agencia (boletería)

Era el lugar donde se vendían los boletos, tanto para ir a Puntarenas como para ir a San José. A la altura de la boletería se instaló una ‘’pluma’’, esta era una estructura con dos luces que generaba las indicaciones para que el tren se detuviera. Además, daba señalamiento a los pasajeros de que el tren estaba por llegar. La boletería fue construida en 1926 y contaba con 2 ventanas para la venta de los tiquetes y era atendido por tres personas, dos en tiquetes y una persona que se encargaba de recibir y entregar cartas o encomiendas. La forma arquitectónica que tenía el lugar era con un piso de mosaico que en la actualidad se encuentra en muy buen estado. Un dato importante es que esta construcción ganó el segundo lugar en la participación por patrimonio arquitectónico (Castaldini, 2023). 

En su parte exterior estaba la torre de energía que era la que alimentaba con electricidad los cables de alta tensión cuando pasaba el tren. 

El inmueble de la boletería fue construido en concreto armado, utilizando un lenguaje formal que mezcla influencias varias: La planta arquitectónica posee influencia racionalista, en la cual se utilizó el principio espacial de la planta libre. El volumen cuadrangular del cuerpo central es rematado en dos de sus lados por volumetrías semicirculares las cuales funcionalmente correspondieron a la ubicación de salas de espera. Esas volumetrías semicirculares denotan formalmente influencia victoriana en el sentido de haber sido espacialmente trabajadas como “Bay Window” así como por los detalles ornamentales de las guarniciones de la ventanearía. Aleros prolongados con cubierta de hierro galvanizado, denotan el ajuste de ese lenguaje a las solicitudes de clima local.

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Casona La Gran Hacienda El Coyolar

"Un Tesoro de la historia de Costa Rica en suelo orotinense"

 

 

 

Casona La Gran Hacienda El Coyolar

Ubicada en los terrenos de lo que fue La Gran Hacienda del Coyolar; esta hacienda era tan grande que incluso el Parque Nacional Carara fue parte de su territorio, era un complejo de más de 50 fincas que en su momento llegó a ser el mayor latifundio y hacienda de todo el país, con más de más de 20 mil hectáreas de extensión, y que abarcaba tres provincias: Puntarenas, Alajuela y San José.

La hacienda tuvo al menos 5 propietarios: De 1895 a 1916 fue del expresidente Rafael Yglesias Castro; de 1917 a 1919 de una sociedad de los hermanos Federico y Joaquín Tinoco Granados; y de 1920 a 1966 de don Fernando Castro Cervantes.

Con la muerte de don Fernando, en 1967 inicia el litigio de la Hacienda Coyolar entre varios herederos; con un pleito muy sonado. En 1976, la hacienda fue adquirida por la sociedad panameña Investment of America S.A., y finalmente en 1977 fue expropiada por el gobierno, pasando las tierras a lo que entonces era el Instituto de Tierras y Colonización (ITCO), luego Instituto de Desarrollo Agrario (IDA) y actualmente el Instituto de Desarrollo Rural (INDER). Esta entidad posteriormente inició la repartición de las tierras y un total de 7,013 hectáreas fueron distribuidas para parcelación entre los productores de la zona. El resto fue declarado como áreas de conservación, en Zona Protectora Cerros de Turrubares y Reserva Biológica Carara, hoy Refugio Nacional de Vida Silvestre Fernando Castro Cervantes, bautizado así en su honor en 1994, y Parque Nacional Carara respectivamente.

Su principal dueño Fernando Castro Cervantes, fue un personaje muy particular de la historia de Costa Rica, incluso con participación en la política. Rival de don Pepe en las elecciones presidenciales de 1953, primeras que se realizaron tras la guerra civil de 1948 y el retorno a la democracia, que como ya sabemos, Figueres ganó arrolladoramente. También tuvo una participación en la convención de la oposición en 1947, para elegir quién se enfrentaría a Calderón Guardia, donde quedó de
candidato Otilio Ulate, con Castro Cervantes y don Pepe como los otros precandidatos. Al final, como ninguno de los tres lograba la mayoría necesaria, Figueres y sus partidarios, terminaron dándole el apoyo a Ulate, argumentando que Castro Cervantes era muy conservador.

Después de las elecciones de 1953 se retiró de la política, dedicándose a sus empresas y a la hacienda. Era muy querido y respetado en Orotina, y siempre trató de ayudar a la gente; incluso permitió que sus tierras fueran explotadas por familias pobres.

Los terrenos de Carara fueron parte de lo que a principios de siglo XX se llamó Hacienda La Manuelita, cuyo propietario fue el expresidente Rafael Yglesias Castro. En 1919, fue adquirida por Castro Cervantes quien la incorporó a la Hacienda El Coyolar. Su ubicación geográfica en pleno Pacífico Central y con tierras en su mayoría aptas para la agricultura y la ganadería, fueron un pilar importante para que la hacienda fuera considerada uno de los latifundios más productivos, a tal punto de que en los años 50 fue la mayor productora de leche de Costa Rica.

 El 27 abril de 1978, a finales de la administración Oduber, fue creada la Reserva Biológica Carara en los terrenos de lo que fue La Manuelita. El 24 de agosto de 1998, fue cambiada su categoría a Parque Nacional.

La designación de toda el área como “Carara” aparentemente se debe a la existencia dentro del Parque del río del mismo nombre, sin embargo, muy probablemente es un vocablo indígena Huetar (los que habitaron en la zona) que podría significar “río de lagartos”. De hecho, el parque cuenta con numerosos vestigios de ocupaciones indígenas.

Al darse la expropiación, la Casona de la Hacienda quedó a cargo del ITCO. Esta fue construida en 1895 con árboles de pochote y cedro de la zona, el primer propietario de la casona, el presidente Rafael Yglesias Castro, junto con su esposa Manuela pasó temporadas de veraneo en la casona para despejarse de sus arduas labores en San José. La casona fue el centro de actividades comerciales de la hacienda.

La casona de dos pisos, con una altura de 9 metros, es un fiel exponente de la arquitectura hacendaria del Pacífico Central. Fue declarada de Interés Histórico Arquitectónico, según Decreto Ejecutivo Nº 23240-C, publicado en La Gaceta Nº 97 del 20 de mayo de 1994, de carácter estatal por pertenecer al Instituto de Desarrollo Rural (INDER).

La casona contaba con pozo de agua, que aún se puede ver, que en tiempos de ausencia de acueductos era la única fuente de agua potable para abastecer la gran casa. Cerca, pasa la línea del tren y hasta hay una estación, que en estos momentos está abandonada, pero en los momentos de pujanza de la hacienda y el ferrocarril, era muy utilizada.

En 1924, se dio la lamentable tragedia de lo que se conoce como el terremoto de Orotina, que tuvo una intensidad de 7.0 en la escala de Richter y que devastó la región. Este hecho afectó enormemente la economía de la zona, incluida la hacienda, que tuvo que reconstruir el aserradero que era una de sus principales fuentes de ingresos en aquella época, junto a la agricultura y la ganadería, que quedaba junto a la estación del tren.

Al ver las fotos de la casona, recordé hace como unos 20 años que por casualidad acompañé a una amiga que tenía que hacer una diligencia en las oficinas del IDA en Orotina, y precisamente estaban en ese lugar. En aquel entonces no tenía noción de lo que representaba, pero me impresionaron sus características constructivas, algo muy diferente a la típica arquitectura del lugar.

A través del tiempo, la casona ha sido poco transformada, lo que ha ayudado a su preservación. Después que el IDA trasladó sus oficinas, se han intentado varios proyectos para darle uso, como albergar un eco museo, que no duraron mucho.

Actualmente acaba de terminar un proceso de restauración importante, y los orotinenses quieren que pase a ser su casa de la cultura, aunque su destino final aún es incierto. En estos momentos, está desocupada.

 

Datos Curiosos

¡Algunos datos que no sabías!
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¿Cómo inició la tradición de la pasada del Corazón de Jesús?
¿Cómo inició esta tradición de la pasada del Corazón de Jesús?
 
La celebración empezó a partir del año 1921, según se establece en una placa conmemorativa colocada en la capilla que aún subsiste en el taller de San José.
 
Conforme a la información suministrada por los entrevistados, los trabajadores ferroviarios, por su tradición católica, sintieron la necesidad de acercarse a Dios, pidiendo su protección. Esta conciencia se fortaleció al darse en una oportunidad un accidente ferroviario, en el cual los trabajadores involucrados salieron bien librados, atribuyendo este hecho a la protección que Dios les daba, en razón de ser ellos muy creyentes.
 
Aunado a la situación descrita, uno de los trabajadores de la Sección de Carpintería de los talleres del ferrocarril, se encontró en San Pedro de Montes de Oca, una imagen de madera, del Corazón de Jesús, la que estaba en muy mal estado, porque había sido tirada a la orilla de la vía férrea y, como entre los ferrocarrileros había nacido esa conciencia religiosa, optó por subir la imagen a una carreta y llevarla al taller para su restauración.
 
Así las cosas, el personal operativo decidió tomar al Sagrado Corazón de Jesús como protector y de allí surge esta tradición que se mantuvo ininterrumpidamente hasta el mes de junio de 1995.
 
Esta versión sobre el origen de la tradición, nos la confirma el señor Eduardo Ramírez Valverde, cuando al respecto nos dice:
 
"Según la historia que a mí me contaron, un señor que trabajaba aquí, en carpintería, él vivía en San Pedro,
y esa imagen que está en la capilla, la dejaron abandonada, entonces el señor vino con una carreta y se la trajo desde San Pedro de Montes de Oca. Días antes de traerla, había ocurrido un gran accidente aquí, entonces el señor se la trajo y se nombró patrono de los trabajadores, más que todo por lo del accidente, fue que se nombró patrono."
 
De la información obtenida mediante tradición oral, se interpreta que, debido a la religiosidad de los trabajadores del ferrocarril, que sintieron la necesidad de un patrono que les protegiera ante la adversidad, vino el Corazón de Jesús a llenar ese vacío. Aunque valga mencionar que, así como fue éste, pudo haber sido cualesquiera otro el elegido, sólo que las circunstancias se inclinaron hacia él.
 
Todo lo que hasta aquí hemos anotado, constituye un ejemplo, de lo que el autor Antonio Castillo manifiesta, al afirmar que:
 
"Los santos patronos sirvieron para buscar una perfección moral y política, aunado a la identidad regional de los pueblos, para ensalzar las tradiciones, las costumbres y el folclor popular. Es una manera de vigorizar las raíces entre comidas y diversiones, juegos pirotécnicos y cimarronas, en una contribución pública, institucional y comunitaria, las cuales solamente la muchedumbre es capaz de desarrollar."
 
Etnografía de la fiesta
 
Estando claros que los trabajadores del ferrocarril eran, en su mayoría, devotos seguidores de la religión católica, durante 74 años se prepararon, año con año, para llevar a cabo el ritual y otras actividades complementarias, con el propósito de celebrar la fiesta de su patrono: El Sagrado Corazón de Jesús, que se realizaba en los primeros días del mes de junio, en que también la Iglesia Católica realiza esa conmemoración.
 
La fiesta del Corazón de Jesús se iniciaba generalmente el primer viernes del mes de junio, con una misa solemne oficiada en la capilla del taller ferroviario en San José, en horas de la noche, en la que no sólo participaba el personal de la institución, sino sus familias, amigos y público en general.
 
Según nos manifiesta el señor Humberto Zapparolli Arroyo -quien trabajó durante 48 años y 7 meses para el ferrocarril-, que por ahí de los años de la década del cincuenta o sesenta, después de haberse oficiado la misa,
 
"... sacaban la imagen del Corazón de Jesús alrededor del taller y por los jardines de la institución. Se continuaba con una procesión alrededor del Ferrocarril al Pacífico, pasando por el Barrio Carit y el Barrio Cristo Rey, para luego volver al taller."
 
Al día siguiente, a eso de las 7:00 horas, se armaba el tren con la carroza, que se preparaba para que en ella viajara la imagen y con una cantidad de 14 a 20 carros de ferrocarril, necesarios para trasladar a los pasajeros que seguían la procesión.
 
Cuando ya todo estaba listo, se rezaban las letanías al Corazón de Jesús y se le encomendaba el tren, acto que se realizaba en el patio ferroviario y que era dirigido por un sacerdote, con la participación de todos los fieles, seguidores de la procesión que salía de la Estación del Ferrocarril Eléctrico al Pacífico en San José, rumbo al
 
Oeste, deteniéndose en todas las localidades, hasta culminar en la Estación Ferroviaria de Puntarenas.
 
Inmediatamente después, comenzaba el juego de pólvora que anunciaba la salida del tren con la imagen, al tiempo que la cimarrona o filarmónica - ubicada en el carro que seguía a la carroza-, iniciaba su participación, entonando una o dos melodías de corte popular religioso.
 
De seguido, la gente que faltaba de abordar el tren, lo hacía y se daba la orden del Despachador de Trenes, para que el convoy se pusiera en marcha - por lo general entre las 8:00 y las 8:30 a.m.-, la salida se anunciaba con un pitazo largo de la locomotora, lo que significaba que en treinta segundos estaría partiendo.
 
A lo largo de la vía, en cada una de las localidades en las que el tren haría una parada de cinco o diez minutos, colocaban un altar donde el sacerdote que estaba a cargo de los actos religiosos durante la procesión, se bajaba del tren y en compañía de los vecinos del lugar, que se habían reunido a esperar la llegada de la imagen, elevaba una plegaria, abriendo de esta manera la celebración en esa comunidad y así, sucesivamente, el tren en su marcha, seguía efectuando las paradas, repitiéndose los actos en las distintas localidades, hasta llegar a la Estación de Puntarenas.
 
Cabe agregar que un kilómetro antes de que el tren llegara a la estación de cada localidad, con dos pitazos largos de la locomotora, se anunciaba a los habitantes del lugar que debían prepararse, porque la llegada de la procesión estaba pronta, a escasos seis minutos.
 
Cuando arribaba el tren con la imagen, se detonaban bombetas, la cimarrona ejecutaba algunas piezas y se realizaba el ritual que podía ser un rosario, una oración o una misa. Este programa se cumplía en todas las localidades; en algunas casas los vecinos construían una gruta donde colocaban permanentemente la imagen del Corazón de Jesús y frente a ella hacían los ritos religiosos.
 
Por su parte, los pobladores, se habían preparado de antemano. El comité organizador adornaba el lugar, -tal y como se explicará más adelante al referirnos a la participación de las localidades-, donde se celebrarían los ritos.
 
Al llegar la procesión, se abrían los actos con un juego de pólvora, algunos de los peregrinos se bajaban del tren por cinco o diez minutos y participaban Únicamente en la parte inicial del rito, porque el convoy seguía su marcha.
 
En esas localidades se vendían comidas rápidas, (gallos de pollo, chorizo, arracache, papa, tamales, café, refrescos y dulces). Del mismo modo, se podía obtener estampas, medallas y otras reliquias del Corazón de Jesús.
 
Al partir de nuevo el tren, quedaba inaugurada la fiesta y los pobladores continuaban con la actividad, algunos de ellos lo abordaban y se integraban a la procesión. Del mismo modo, ya en la vía, las personas salían de sus casas a despedir al Corazón de Jesús, hacían pequeños altares con la imagen, a la que encendían una vela o candela. Al respecto, la señora Noemy Esquivel nos manifestó:
 
"Las señoras salían con sus chiquitos al paso del tren, en las calles y en las casas no quedaba un alma, todo el mundo le decía adiós al Corazón de Jesús, a la gente, a la procesión, a aquella tradición tan linda."
 
El comité organizador de estas fiestas, denominado Junta Celadora, acondicionaba uno de los vagones para vender comidas propias de las localidades (bocadillos, picadillos varios, gallos de carne y pollo, etc.), también bebidas, lo cual hacían durante el recorrido, asignando personas -miembros de la junta, de los comités comunales o empleados del ferrocarril-, para estos menesteres. Igualmente, en el tren se obtenían estampas, medallas y reliquias, que los fieles compraban como prueba de su devoción o como pago de un favor recibido.
 
Ya en Puntarenas, los peregrinos se desplazaban a la estación, donde todo había sido preparado para que a partir de las 5:00 p.m. se continuara con la celebración. En esa ciudad, las actividades eran similares a las otras localidades, no obstante, había mucha más gente, pues sólo en el tren llegaban aproximadamente de 900 a 1000 personas. Sobre este aspecto y ante la pregunta de ¿Cuántas personas participaban en los actos desarrollados en Puntarenas?, la señora Esquive1 respondió:
 
" ¡Ay señor!, yo diría que pueden haber más de mil, porque la cantidad que traen los vagones, a veces no hay campo, allá en la estación no cabe la gente, entonces hay que sacar la mesa del sacerdote casi a la puerta, porque la explanada del ferrocarril y parte de la playa está llena de gente."
 
A las 5:00 p.m. del día sábado, empezaba el ritual al que se integraban los puntarenenses. Se iniciaba con los juegos de pólvora y aprovechando que la carroza con la imagen se encontraba frente a la estación, la gente le tiraba flores. En el acto, los músicos entonaban melodías religiosas, el sacerdote de Puntarenas rezaba el rosario y las letanías del Corazón de Jesús, acto con el cual concluían los rituales de ese día.
 
Después de los actos, la gente disfrutaba de comidas (gallos de todo tipo, tortas de carne, picadillos, tamales, café, horchata, tamarindo y otras bebidas, entre las que no faltaba la chicha o chicheme, preparada por miembros del comité).
 
Como último acto del día sábado, la Banda del Cuerpo de Bomberos de Puntarenas, ofrecía un concierto en horas de la noche, cerrando la celebración.
 
Al día siguiente, continuaban las actividades, al regreso de la procesión y paso por las diferentes localidades. El tren con la imagen salía de Puntarenas a las
5:00 a. m., efectuando paradas de despedida a lo largo del trayecto, en donde los pobladores de las localidades daban el adiós al Corazón de Jesús y con ello, siguiendo un ritual semejante a los descritos sobre el viaje de San José a Puntarenas, concluían la fiesta de celebración.
 
Mientras tanto, en San José, durante la mañana del domingo, se procedía a la celebración de más actividades que generalmente consistían en conciertos amenizados por diferentes bandas del país.
 
Cada año y durante algunas épocas -finales de la década de los cincuenta y década de los sesenta-, se hacía un turno en las instalaciones del Ferrocarril Eléctrico al Pacífico, en el cual, con la venta de comidas y bebidas, tales como refrescos y cervezas, se recaudaban fondos para cubrir los gastos de la celebración. Sin embargo, de acuerdo a lo afirmado por el señor Humberto Zapparolli, el turno se dejó de hacer cuando se prohibió la venta de cerveza en el lugar.
 
Respecto a las actividades religiosas llevadas a cabo en la ciudad de San José, generalmente se trataba de rosarios en los que participaban las personas que vivían en las cercanías del Ferrocarril Eléctrico al Pacífico y una misa solemne que se hacía a eso de las 12:30 horas, en la capilla del taller, con la asistencia de los peregrinos que habían participado en la procesión.
 
La misa siempre fue cantada por algún grupo religioso, entre los cuales citaremos al Coro del Seminario Menor de Paso Ancho, el del Conservatorio Castella, la Banda del Liceo de Costa Rica y la Rondalla de la Fuerza Pública.
 
Con esa actividad terminaba la celebración de la fiesta del Corazón de Jesús, patrono de los ferrocarrileros.

Referencias

Aguero, J. (2020). Viaje del recuerdo. Fragmentos de la historia del Ferrocarril al Pacífico de Costa Rica. Revista Herencia, Vol. 33 (1), enero - junio. Universidad de Costa Rica.

Castaldini, G. (2023). Estación del Ferrocarril Orotina y personajes históricos. En persona. Orotina.

Gómez, C. (2023). Iglesia Santo Domingo de Guzmán de Orotina. En persona. Orotina.
Baltodano, R. (2023). Mercado Municipal y Casona de Coyolar. En persona. Orotina. Brenes, F. (2023). Personajes de Orotina. En persona. Orotina.

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Licenciatura en Historia. Facultad de Ciencias Sociales. Escuela de Historia. Universidad de Costa Rica.
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